¡Estoy muy caliente! Me lo cojo y salgo de la habitación privada, sin decir nada. "Ve a la tienda para adultos de al lado, ponte unas bragas blancas y un uniforme de colegiala con falda corta y luego vuelve aquí". Sus manos ahora están sobre mi cabeza, y me pongo a trabajar. "Quiero ser una chica", digo rápidamente, y me siento mejor ahora que lo he dicho.
Él parece sorprendido y luego me sonríe.
"¿Es eso lo que te preocupa? Hay una diferencia", dice.
"Quiero disfrazarme de chica, y si eso significa chupar y follar pollas, estoy dispuesto", respondo, incapaz de mirarlo a los ojos. Al día siguiente me levanto y voy a la universidad vestido de chico porque no tengo el uniforme de chica y tampoco quiero que mi papá me vea. Llego, voy a la biblioteca y hago la tarea hasta que suena el timbre para empezar la jornada. Mi profesor me encuentra después de la segunda clase, me lleva a su despacho y me pregunta:
"¿Por qué no te portas como una chica hoy?", me pregunta, mientras lo miro como si le preguntara si es en serio. Estoy sentada esperando afuera de la sala de profesores para mi evaluación de dos años. Me preocupa decirle algo, porque presiento que no le gusto mucho.