Su coño palpitaba, resbaladizo y dolorido, delatando la batalla que se libraba en su mente. "Nos has ayudado a superar todo", dijo él, con la voz ronca por la emoción. "Sí", susurró ella, con voz temblorosa pero segura. Wyatt la flanqueaba por el otro lado, con el pecho tan cerca que podía sentir el calor que irradiaba. "Eres nuestro", gruñó Duke, con la voz áspera por la necesidad. La determinación de Josie se desmoronó, su cuerpo la traicionó al inclinarse hacia ellos, su coño palpitando de necesidad. El de Wyatt, al quitarse los pantalones, era largo y elegante, como el de un semental, prometiendo una fuerza diferente. Sus ojos se posaron en Wyatt, que estaba lo suficientemente cerca como para que pudiera sentir el calor de su cuerpo, su mirada firme e intensa. Y, sin embargo, allí estaban, sus hijos, mirándola con un hambre que reflejaba la suya. Entraron en el tanque, el agua chapoteando alrededor de sus muslos mientras caminaban hacia ella. La mano de Wyatt se deslizó hasta su cintura, su toque firme pero reverente. "Siempre lo he sido, mamá".
Wyatt se apartó, con la mirada clavada en ella. "Tendrás que llevarnos, mamá", dijo en voz baja y burlona. "A través de cada tormenta, cada pérdida. Nos has ayudado a superar todo", dijo con la voz ronca por la emoción.